martes, 1 de diciembre de 2015

AMOR QUE DAÑA

¡Por mis hijos daré la vida si es necesario! ¡Mientras viva, mis hijos no tendrán necesidad de nada! Me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que en alguna ocasión hemos escuchado estas frases en boca de papás que en su desmedido amor por sus hijos, pretenden solucionarles o evitarles problemas; más aún cuando  son menores de edad.  Un amor así puede en muchas ocasiones convertir a los hijos en adultos inútiles, irresponsables y en casos extremos, delincuentes.

En mi labor diaria, me he encontrado con adultos en fase de retiro angustiados por que el dinero de su pensión no alcanza, debido a que tienen un  hijo adulto que vive (de forma parasitaria) en su casa y lo mantienen. Están desesperados porque ya les han dicho que se vayan de la casa o mínimo que busquen un trabajo sin que les hagan el menor caso.

También he visto casos de cómo el patrimonio familiar conseguido a lo largo de  años de esfuerzo, se va diluyendo hasta volverse nada; a la vez que van aumentando las deudas de los adultos mayores,  poniéndose en una situación económica comprometida cuando se vive una etapa de productividad física y laboral limitada que no permite mayores ingresos.

Les aseguro que ustedes conocen historias de similares características en personas cercanas o incluso familiares.

¿Cómo se llega a esta situación?

Desde la infancia, a los hijos se les empieza a dar todo tipo de comodidades e incluso lujos, sin que lo pidan y peor aún sin que lo necesiten. Esto no es del todo malo y es respetable la decisión de cada padre respecto a lo que le da a sus hijos. Sin embargo, no debemos cegarnos por nuestro amor de padres que nos lleva a querer darle TODO a nuestros hijos y perder de vista una realidad: si a los niños  se les enseña a dar el justo valor a las cosas, a ganárselas,  cuidarlas,  merecerlas por su esfuerzo, los beneficios otorgados se convertirán en una fortaleza que favorecerá su desarrollo y autoestima. Pero, por el contrario, si se les otorga todo sin pedir nada a cambio, los convertimos en seres egoístas, los cuales no se preocupan de donde y como vienen los recursos. De igual forma les creamos necesidades innecesarias, cada vez más exigentes y difíciles de satisfacer, ya que como reciben sin dar el mínimo esfuerzo, sus expectativas no tienen límites y tampoco temen tomar riesgos, pues se acostumbran  a un nivel de vida irreal que no depende de su propia capacidad, sino de sus padres. Por consiguiente, cuando son adultos incapaces de continuar con ese estilo de vida pueden experimentar  frustración y fracaso.

Les pongo como ejemplo a esos pajarillos que nacen en cautiverio (hijos), viven en una jaula, reciben alimento y agua de forma rutinaria. Si un día los dueños (papás) deciden soltarlos por cualquier circunstancia, los pajarillos saldrán volando presurosamente, pero para encontrarse con que no saben buscar la comida, ni proveerse de abrigo y tampoco defenderse de los depredadores.

Una verdad innegable es que los padres no seremos eternos. Es absurdo pensar que viviremos para siempre. Por ello es preciso tener presente que si desde la niñez no otorgamos obligaciones a los hijos en el rol familiar, los arriesgamos a convertirse en pajarillos indefensos en el futuro.

Cuando  los padres de forma inconsciente adoptan las situaciones antes descritas, cometen un error que a la larga se puede revertir. Pero también puede suceder que si se sigue considerando  a los hijos adultos como seres indefensos, como niños grandotes que necesitan apoyo en todos los problemas que se les presenten, es un daño persistente por un amor mal entendido que cuesta mucho trabajo revertir.

En mis primeros años en la facultad de medicina, me enseñaron que inmediatamente después del parto, el cordón umbilical se corta separando al niño de la mamá. Entonces, ¿Por qué persistir con esa actitud sobreprotectora de los padres? Tal parece que existiera un cordón umbilical invisible y persistente que impide a los padres separarse de los hijos y viceversa, convirtiéndolos en parásitos de los padres y a falta de éstos de algún  hermano o familiar cercano.

Comentaba una mamá que conocí con respecto a su niño que no ayudaba en ninguna labor en el hogar y los días inhábiles se levantaba muy tarde: -Pobre, que no se levante y que no ayude, su única obligación es estudiar- Pasaron los años y el hijo mencionado no aprendió a valerse por sí mismo y peor aún, no terminó la carrera y se convirtió en una pesada carga para los papás. No basta sólo con estudiar. Cierto es que tienen la obligación los niños de hacerlo, pero asignarles otras responsabilidades es también en beneficio de ellos. Decía mi padre que la vida con estudios es dura, pero sin estudios es aún más difícil.

En la actualidad se ha acuñado el término de jóvenes nini: Ni estudian, ni trabajan. Personas que no han estudiado alguna carrera o que estudiaron sin una adecuada  orientación  vocacional y que en consecuencia  no ejercen porque no les gusta o no es factible de ejercer en el medio donde se desenvuelven.

No se trata de traer hijos al mundo y dejarlos en libre evolución o crianza. Se trata de educarlos, inculcarles principios, valores, pertenencia, fortalecer su autoestima, otorgarles apoyo a fin de que logren autonomía en sus decisiones, afronten la consecuencia de sus actos, corregirlos con amor  sin perder la dirección y autoridad, avalar con obras y actos lo enseñado con palabras.

En mi opinión personal, la problemática social que existe en la actualidad, la delincuencia, la drogadicción y el alcoholismo, los embarazos en adolescentes, la existencia de jóvenes Ninis, la violencia, son consecuencia de la pérdida de valores y principios, de la desintegración de los hogares, dañándose la célula principal de la sociedad que es la familia y en consecuencia a sus integrantes.

No permitamos que el amor de padres nos ciegue en la educación de nuestros hijos. Establezcamos roles en la familia, derechos y obligaciones, ayudemos, apoyemos, eduquemos con amor y paciencia pero sin ser permisivos. Esa es la tarea de los padres, formar hombres de bien, seres humanos ejemplares que honren nuestra vejez.

Cuando tengan oportunidad, observen un nido de pájaros, Al inicio la pájara empolla los huevos sin dejar por ningún momento el nido. El pájaro se encarga de proveer comida. Cuando los polluelos brotan, los pájaros alimentan de pico en pico a las crías. Cuando ya han salido las plumas, los pájaros papás con delicadeza los inducen con sus picos para hacerlos salir del nido y, parados junto a ellos, los empujan al vacío para que aprendan a volar, incluso algunas razas los acompañan en sus primeras horas de vuelo, pero después, los dejan solos.

El ciclo familiar es igual: Al inicio, la pareja en noviazgo se casa, tienen hijos, los educan y posteriormente los hijos abandonan el hogar, iniciando para los padres una etapa de retiro. Eso es lo habitual, igual al ciclo que viven los pájaros. Procuremos entonces favorecer el ciclo familiar, a fin de que nuestros hijos sean capaces de volar solos, buscar su alimento, defenderse de los depredadores y honrar a su padre y a su madre.

Podemos tener una sociedad mejor, sólo debemos retomar el rumbo en la formación de nuestros hijos. La educación se recibe en la casa, no en la escuela. Seamos en nuestro hogar, maestros de los niños en ejemplo y obra.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar

Cancún, Quintana Roo, México. Diciembre del 2015







domingo, 1 de noviembre de 2015

ENFERMEDADES IDIOPATICAS

Hace unos días, tuve la oportunidad de atender a una adolescente de 13 años de edad, la cual me llevó su papá al consultorio porque tenía pérdida del cabello importante desde hace más de 3 meses. Previamente había consultado con 2 médicos los cuales le habían recetado cremas para hongos de forma infructuosa.

Al revisar a mi paciente, encontré en la parte posterior de su cabeza, 2 áreas confluentes de forma circular, cada una con aproximadamente 5 centímetros de diámetro y pérdida total del cabello, con la piel cabelluda completamente lisa.

El diagnóstico era evidente a simple vista: ALOPECIA AREATA. Sin embargo, me llamó la atención el hecho que la paciente contestará mis preguntas con monosílabos y en tono bajo de voz. De igual forma, pude observar que presentaba datos de ONICOFAGIA (comerse las uñas) lo que me llevo a cuestionarla de la siguiente manera: ¿todo está bien en la escuela? Ella respondió que sí. También le pregunté si tenía algún problema y me dijo que no. No conforme le pregunté ¿Tus papás se pelean continuamente? ¿Hay violencia en tu hogar? ¿Alguno de tus padres ingiere alcohol de forma frecuente? Irrumpió en llanto y contestó afirmativamente. Al darme cuenta de lo que sucedía seguí interrogando a la paciente y encontré a que tenía una depresión severa, incluso con ideación suicida (el paciente siente deseos de morir o ha pensado quitarse la vida). Desde su asiento, el papá al escuchar esto, abría los ojos desmesuradamente y en silencio empezó a llorar. Lamentablemente, una situación muy triste que cada vez es más frecuente.

En muchas ocasiones, nuestro modo de actuar, tiene efectos negativos e importantes en las personas que nos rodea y les causamos un daño a veces irreparable sin percatarnos de ello.

El pensar que nuestros hijos son demasiado pequeños para percibir las diferencias que existen entre los esposos, de la violencia familiar, de las discusiones, es un error frecuente en el cual los padres caemos y que convierten a nuestros hijos, inicialmente en víctimas de nosotros y después en víctimas de ellos mismos.

¿Por qué digo esto? Les explico: Un niño que está sometido a estrés constante, producto de factores como alcoholismo, drogadicción, violencia intrafamiliar,  se va forjando un carácter inseguro con autoestima baja, una vida falta de valores, que al ir creciendo y ser adolescentes, lo convierten en un joven rencoroso, con odio, frustrado e infeliz que se vuelve presa fácil de la delincuencia, uniéndose a pandillas o a otros jóvenes con quienes se identifica al tener la misma problemática. De ahí se pueden derivar una serie problemas escolares como: bajas calificaciones, reportes por mala conducta, tabaquismo, ingesta de alcohol, uso de drogas, embarazo en adolescentes, delincuencia en escala ascendente e incluso la cárcel.

¿Suena dramático? ¡Es dramático! Por orden natural de las cosas, sabemos que el árbol de naranjas da naranjas y no limones. De tal forma es de esperarse que si el niño está inmerso en toda esta problemática en su núcleo familiar, tenga un alto grado de riesgo de convertirse en un individuo nocivo para la sociedad e incluso para sí mismo.

Y no sólo el entorno social es importante. Muchas enfermedades como la descrita inicialmente tienen su origen en una dinámica familiar dañina para el sano desarrollo del adolescente, la cual le ocasiona alteraciones en su estado de salud física, sin observa la causa real de su origen, y aunque vinculamos factores de riesgo ambientales y sociales a su aparición, no podemos asegurar que sean la fuente principal de las mismas. Dichas patologías se conocen como ENFERMEDADES IDIOPATICAS y se definen como una enfermedad de causa desconocida.

Entonces ¿Cómo podemos afrontar esta situación? ¿De qué se trata? ¿De ocultar a nuestros hijos los problemas de pareja o hacer como que no pasa nada en una paz barata que a la larga va estallar como una olla de presión? No, no se trata de eso. Se trata de no hacer partícipes a los hijos de los problemas de los padres y resolverlos como adultos. Sin involucrarlos, sin convertirlos en abogados de alguna de las partes o como escudo para prevenir consecuencias.

En la actualidad, nuestra sociedad adolece una severa falta de valores y principios que se traduce en violencia, delincuencia, inseguridad, divorcios, incremento en el índice de adicciones, embarazos en adolescentes. Como consecuencia, la familia, célula principal de la sociedad, queda subestimada como algo desechable y de escaso valor.

Poco a poco, sin darnos cuenta, creyendo que la modernidad justifica los cambios radicales en los que estamos inmersos, la institución de la familia se ha contaminado por la falsa creencia de que lo moderno es lo mejor ante nuestras tradiciones buenas costumbres sean vulneradas. Está idea que en ocasiones puede resultar tan negativa, se infiltra en una familia como la humedad que de forma silente se va apoderando de las alfombras hasta llegar a un estado de putrefacción.

Para identificar un problema es necesario conocerlo, pues los ojos no ven lo que el cerebro no conoce. Por lo tanto, te propongo identificar cuál es tu dinámica familiar. Para ello observa el comportamiento de tus hijos, conoce sus compañías, analiza la relación con tu pareja, pregunta a los que te rodean e incluso a ti mismo cuáles son sus temores, errores y aciertos. Una vez que tengas claro este panorama, encuentra las áreas de oportunidad que a tu alcance tienes para solucionar los problemas identificados.

Algunos autores y doctos en estos temas recomiendan contar la historia de tu vida y de la relación con tu pareja a los hijos, platicar de las travesuras de la infancia, de sus logros, aciertos, temores. Volverse amigos para crear un ambiente familiar propicio a la confianza. Elimina tus excesos. Mejora tu salud cambiando tus hábitos alimenticios y de ejercicio, pero involucrando a los demás miembros de la familia.

Si eres hijo, comenta este artículo con tus padres y hermanos. Si aún  no los tienes, ten en cuenta este texto para cuando llegue el momento y si tus hijos ya han crecido  o nunca los tuviste, comparte esto con tus seres queridos.

Parece increíble, pero desconocer este tipo de situaciones en el desarrollo familiar, puede conducir a situaciones difíciles como es el suicidio. Un adolescente con ideación suicida, tiene un alto riesgo de quitarse la vida en relación a un adulto con esta misma problemática. El adulto lo intenta más veces hasta conseguirlo. El adolescente es letal y certero en su intento.

Recuerda que para que una sociedad sea sana, se necesitan familias sanas en sus esferas biológica, psicológica y social, lo cual inicia en los valores y principios que se inculcan en ellas.

Es posible tener una vida buena, sólo es cuestión de afrontar con entereza y valor la adversidad.

En resumen, lo quiero transmitirte es que la dinámica familiar alterada o pertenecer a una familia disfuncional  pueden ser el origen de las enfermedades idiopáticas en cualquiera de sus miembros.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar

Cancún, Quintana Roo, México. Noviembre del 2015

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jueves, 1 de octubre de 2015

LO QUE DEBES SABER DE LAS BEBIDAS DEPORTIVAS

Durante el IV Congreso Estatal de Medicina Familiar del Estado de Quintana Roo, tuve la oportunidad de escuchar la ponencia de un gran  amigo y maestro, el nefrólogo  Dr.  Francisco  González  Hernández,  quien  al  hablar  del  tema Enfermedad  Renal  Crónica,  nos  recordó  el  daño  que le  ocasiona  a  nuestros riñones el consumo en exceso de sal.

Lo anterior me hizo reflexionar en el uso indiscriminado que en la actualidad se tiene con bebidas isotónicas o deportivas como se les conoce.

Las  bebidas  isotónicas  llamadas  también  rehidratantes  o  deportivas  están compuestas por sodio, carbohidratos (la mayoría de las veces glucosa), potasio y otros  minerales.  Estas  sustancias  favorecen  la  hidratación y  reposición  de sustancias que se pierden durante la sudoración excesiva.

Sin embargo, debido a situaciones de tipo publicitario o por moda, el consumo de estas bebidas se ha vuelto consuetudinario sin necesidad de realizar actividad física que ponga al ejercitado en riesgo de deshidratarse.

Es  muy  común  que  personas  que  acuden  a  los  gimnasios  consuman estas bebidas de forma habitual e incluso en grandes cantidades, la mayoría de las veces de forma innecesaria, pues su sudoración ha sido mínima.  Además, todas las calorías quemadas durante el ejercicio, se recuperan rápidamente con los carbohidratos que contienen estas bebidas. Resultado: No pueden bajar de peso o bajan muy poco.

También he observado a niños y adolescentes que durante las tardes tienen entrenamientos o actividades deportivas, las cuales se hacen bajo la sombra o cuando la intensidad de la radiación del sol ha disminuido, por lo tanto, sudan poco. Sin embargo, estos niños toman de 500 mililitros a un litro (en ocasiones hasta más de un litro) de estas bebidas sin que sea necesario. Con agua simple tienen más que suficiente para hidratarse.

Analicemos el sodio el sodio en las bebidas deportivas:

Es el componente principal de la sal común. Favorece que  los líquidos tengan un equilibrio  en  la  membrana  celular.  Mantiene  la  presión  arterial  y  el  volumen sanguíneo. En exceso, daña a los riñones provocando enfermedades como la Enfermedad Renal Crónica (en sus diferentes etapas hasta llegar a la Insuficiencia Renal  Crónica),  la  Hipertensión  Arterial  Sistémica,  Insuficiencia  Cardiaca Congestiva, Cirrosis Hepática, entre otras. El consumo adecuado de sodio para el ser humano en adultos sanos es de 230 gramos por día aproximadamente (una cucharadita de sal). Los pacientes hipertensos deben consumir menos de 150 gramos de sal y los pacientes con Enfermedad Renal o Cirrosis hepáticas, deben evitar su consumo.

Desde la niñez se debe fomentar la baja ingesta de sodio, para que al llegar a la edad adulta el consumo de este mineral sea mínimo.

La bebida deportiva líder en México contiene 458 miligramos de sodio en 1 litro, lo que equivale al 30% de consumo por día en personas con sodio restringido.

Cabe  hacer  mención  que  una  persona  con  Diabetes  Mellitus de  5  años  de detección o más, ya tiene daño renal, por lo que su consumo de sal debe ser menos a 150 gramos al día.

Lo más apropiado es tomar agua simple como medio de hidratación y evitar el consumo de jugos, refrescos o bebidas energéticas.

Con respecto a estas últimas, merecen mención especial por lo peligroso que resulta  su  uso  en  exceso.  Son  preparados  que  contienen  un combinado  de sustancias como la cafeína, la taurina (u otros aminoácidos), carbohidratos (como glucoronolactona, un derivado de la glucosa), vitaminas, ginseng o guaraná entre otros elementos.

Sin  embargo,  no  aportan  energía  al  organismo;  su  única  función  es  una estimulación  química  del  sistema  nervioso  por  su  ato  contenido  en  cafeína.

Además, la gran mayoría contiene Taurina que es una forma libre de aminoácido. Se  ha  encontrado  en  algunos  estudios  la  relación  existente  entre  la  taurina sintética y enfermedades que van desde la hipertensión arterial hasta derrames cerebrales, convulsiones y cardiopatías. Por estos motivos ha sido prohibida en algunos países escandinavos luego de que se vinculara estos productos con la muerte de tres consumidores.

Actualmente, existe una moda de combinar estas bebidas energéticas con alcohol, ingiriéndose altas cantidades de ambas sustancias debido a que los consumidores se embriagan de una forma lenta, pero con el riesgo en consecuencia de cursar con taquicardia (aceleración del corazón o palpitaciones), crisis hipertensivas por aumento de la presión arterial, infartos, angina de pecho,  insomnio, ansiedad, falta de coordinación motora. Ante tal situación NO SE RECOMIENDA SU USO a personas  que  tengan  alguna  afección  cardíaca,  que  padezcan  hipertensión  o algún trastorno del sistema nervioso.

También es importante saber que estás bebidas energéticas NO REVIERTEN LOS EFECTOS DEL ALCOHOL, pues es una falsa creencia entre los jóvenes, quienes  las  consumen  pensando  que  de  esta  manera  se  les  quitará  la embriaguez.

En  conclusión,  las  bebidas  isotónicas,  deportivas  o  hidratantes,  no  son recomendable para uso común. Se deben utilizar en condiciones de sudoración excesiva por ejercicio prolongado, ya sea en sombra o expuestos mucho tiempo al sol. De igual forma se pueden consumir cuando existe fiebre, siempre y cuando se haga por prescripción médica.

Con respecto a la bebidas energéticas, su consumo en exceso o habitual, no es recomendable y no cualquier persona puede utilizarlas.
Siempre será más saludable beber agua simple en una cantidad de 2 a 3 litros por día en los adultos. Como decía aquel viejo comercial ¡El agua es vida!

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar

Cancún, Quintana Roo, México. Octubre 2015

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martes, 1 de septiembre de 2015

DULCE VENENO

En la actualidad, es muy común que las personas consuman grandes cantidades de azúcar sin darse cuenta, pues es parte de sus hábitos alimenticios que tienen por costumbre o deleite. Sin embargo, dicha situación que pone en riesgo su salud y la podemos observar tanto en niños, como en adultos, ancianos y en cualquier estrato social.

El azúcar es una gran fuente de energía para el cuerpo, pero consumida en dosis excesivas resulta un dulce veneno, el cual puede provocar enfermedades como la obesidad en sus diferentes grados, Diabetes Mellitus y elevación de los triglicéridos entre otras.

En cierta ocasión le pregunté a un paciente que tenía alteraciones de glucosa en sus estudios de laboratorio cuántos refrescos consume al día. El me respondió que se tomaba casi 2 litros de refresco diario.

Si analizamos la cantidad ingerida con respecto al azúcar que contiene, obtenemos lo siguiente: Los refrescos de cola en un envase de 600ml tienen aproximadamente  12 cucharadas de azúcar (que corresponden a 63 gramos aproximadamente) que equivalen a 252 kilo-calorías (Kcal). Haciendo las sumatorias, el paciente mencionado está consumiendo unas 40 cucharadas de azúcar (310 gramos) y un total aproximado de 833 Kcal. Añadido a eso ¿quién toma refresco solamente? La mayoría de las veces es acompañado de frituras, galletas, panes (azúcares refinados) o alimentos ricos en carbohidratos que pueden incrementar hasta en un 50% más el consumo de azúcar en el día. 

La necesidad calórica diaria aproximada en un adulto oscila entre las 1500 y 2000 kcal. El consumo de 2 litros de refresco cubre la mitad de lo necesario para el día.

Y es que hay refrescos más dulces que los de cola. Es cuestión de ver los contenidos calóricos en las etiquetas (que la mayoría de las veces son poco claras para el consumidor). Considero importante que las autoridades en materia de salud que se encargan de legislar el etiquetado de estos productos, exijan a los fabricantes que especifiquen de forma clara y entendible la cantidad de azúcar que contienen estos productos y que dejen de poner leyendas raras que la mayoría de las personas no entendemos.

Es común que en un día caluroso o cuando tienes sed, al momento de elegir una bebida prefieras una azucarada que agua simple ¿por qué? La respuesta es sencilla, se genera una adicción o necesidad a consumir bebidas dulces cuando éstas se utilizan de forma común. Y después de un tiempo de consumo, es necesario consumir más cantidad de azúcar para satisfacer está necesidad. Por eso algunos autores la llaman la dulce adicción.
Sigamos con otros ejemplos. Un alimento favorito de los niños (y de muchos adultos) es el cereal para el desayuno o cena. Una porción de cereal azucarado de maíz de aproximadamente 80 gramos contiene 32 gramos de azúcar que equivale a 6.4 cucharadas. Una práctica común es que los niños se sirven su taza de cereal con leche. Al terminar, queda leche en la taza por lo que se sirven una nueva porción, e incluso, al terminar está porción continúan comiendo el cereal de la caja como botana. Luego entonces, en una comida, los niños pueden comer hasta 64 gramos de azúcar (12.5 cucharadas) siempre y cuando no le hayan puesto a su cereal, fruta o confituras.

Recomiendo que sean los adultos quienes sirvan la porción de cereal a los niños. Después de servir, retirar de la mesa el cereal y la leche y no dar una segunda porción. Probablemente el niño manifestará no haberse llenado, pero después de unos minutos, ya se sentirá satisfecho y se le habrán quitado las ganas de seguir comiendo. Pasado un tiempo de practicar está rutina, el niño e incluso los adultos podrán sentirse saciados con una sola porción de cereal. Tampoco es recomendable comer más de 2 veces cereal al día. Es mejor comer el cereal integral o simple que aquel que es rico en azúcar o con sabor a chocolate.

Otro ejemplo que puedo describir es la cantidad de azúcar que contienen las galletas de chocolate con contenido cremoso en medio. Un paquete de 100 gramos aporta 506 Kcal y aproximadamente 1 cucharada de azúcar por galleta, además tienen un alto contenido de grasas que favorecen el incremento de colesterol y triglicéridos en la sangre.

¿Muchos números verdad? Y lo más curioso del caso es que estos datos se encuentran en las envolturas de los productos.

Comer  unas galletas de chocolate con un refresco de cola te aporta un total de 18 cucharadas de azúcar (aproximadamente 140 gramos). Una delicia muy peligrosa.

El azúcar no es mala, como dije al inicio es un excelente aporte de energía para nuestro organismo, el problema es el exceso y no considerar que el azúcar está no sólo en los refrescos y galletas, sino también en las frutas, en verduras (como la remolacha o betabel que es una de las más dulces) y que cuando se hace la sumatoria al final del día se han consumido gran cantidad de gramos de azúcar.

Afortunadamente, en la actualidad existen sustitutos de azúcar que se pueden consumir sin problemas como el aspartame, la estevia o la sucralosa, endulcolorantes libres de calorías. Es cierto que existen muchos mitos y mentiras en las redes sociales sobre estos productos, pero cuando son usados adecuadamente pueden ser una excelente alternativa para disminuir el consumo de azúcar.

No permitas que el azúcar que endulza tu vida se convierta en un amargo futuro. Revisa las etiquetas de los productos, se prudente en su consumo y acompaña todo esto con una dieta balanceada y ejercicio.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar

Cancún, Quintana Roo, México. Septiembre del 2015









sábado, 1 de agosto de 2015

MALOS HIJOS

Ningún  niño  se acuesta a dormir siendo una criatura inocente y se despierta delincuente. Los padres que sin límites consienten, alimentan serpientes. Al escuchar tales afirmaciones en voz de alguien que con acierto habló, no pude evitar analizar mi proceder como padre en la educación de nuestros hijos ante dichas verdades.

En muchas ocasiones he escuchado a papás quejándose de que los hijos le salieron malos y que se portan mal; que a pesar de las reprimendas, castigos e incluso violencia física, los hijos continúan con su  mala conducta.

¿Será que los niños desde que nacen ya tienen predestinado la forma en la cual se comportarán? Definitivamente, cada niño nace con una personalidad característica que conforme a los principios y valores que se van inculcando en el seno familiar va forjando un carácter que los conducirá por la vida.

Los niños aprenden de forma directa e indirecta. Los hábitos, usos y costumbres se inculcan durante  la infancia como semilla en terreno fértil que a la larga determinará la forma de comportarse en la sociedad.

Los papás a veces tenemos conductas que no consideramos puedan ser perjudiciales en la formación de nuestros hijos. Un ejemplo usual se presenta al llevar a los niños a la escuela: si se ha hecho tarde, nuestra prioridad es llegar a tiempo y no nos importa si no respetamos los límites de velocidad, rebasamos por la izquierda, pasamos altos o cualquier otra imprudencia al conducir el automóvil que  incluso pueden poner en peligro la vida de nuestros pasajeros y los que están a nuestro alrededor.  Cuando se logra el objetivo experimentamos una sensación de júbilo y satisfacción. Pero no pensamos en el mensaje implícito que le transmitimos a los niños con nuestra conducta al llevarlos a la escuela, el cual puede traducirse como que violar las leyes de tránsito, ser descortés para conducir, poner en peligro a los demás, pasa a segundo término cuando  lo más importante es llegar a tiempo a la escuela no importando a costa de qué.  Esto se llama retroalimentación negativa. Como ejemplo, en más de una ocasión, al ir por mis hijos a la escuela, con tristeza veo como se hacen dobles filas para avanzar, algunos metiéndose de una fila a otra de forma poco amable e incluso contestando groserías cuando se les reclama su actitud, sin darse cuenta que están enseñando a sus hijos esa cultura vial y de falta de respeto hacia los demás de una forma tácita, pero mucho más impactante que miles de palabras juntas. Efectivamente, enseñamos con el ejemplo, si como adultos nos conducimos de forma violenta, poco tolerante, irrespetuosa, prepotente, es indudable que los niños que nos observan adquirirán ese tipo de actitudes que los volverán adultos con los mismos comportamientos. Luego no  nos quejemos de que los hijos nos salen malos.

Los niños y adolescentes adquieren conocimientos a un ritmo acelerado pues  tienen una necesidad de aprender más y más  para tener una identidad propia. Están expuestos a toda clase de información a través del internet por lo que es de vital importancia vigilar lo que están aprendiendo y de quién lo están adquiriendo, pues no todo lo que se publica en el ciberespacio es benéfico. Se necesita vivir para formar un criterio y poder discernir entre lo bueno y lo malo, y en muchas ocasiones, a pesar de que ya tenemos cierta experiencia en la vida, cometemos errores por falta de criterio y podemos ser fácilmente manipulables o influenciables.

Los niños y jóvenes observan, aprenden y adquieren formas de vivir de otras personas que posteriormente hacen propias. Ningún niño nace predestinado a ser de tal o cual forma. Al momento de su nacimiento, son como pequeñas masas de plastilina, sin forma, sin olor, sin color. Es en manos de los padres que se van moldeando esas plastilinas que forman parte del carácter de los niños. Es así como los podemos volver temerosos, independientes, aventados, incrédulos, irreverentes, pero también respetuosos de la vida y de los demás seres humanos, respetuosos de la ley y de las reglas de urbanidad y socialización. Todo va a depender de cómo nosotros les inculquemos valores y principios.

También existen víctimas de los errores de los adultos. Por ejemplo, los hogares con violencia familiar formarán niños que al paso del tiempo se convertirán en adultos violentos. Los hijos que crecen en hogares marcados por el divorcio, tienen un gran riesgo de ser adultos que se divorcien cuando llegue el momento. En los hogares en donde existen adicciones como ingesta de alcohol en exceso, drogas permitidas o no permitidas, crecen niños con un gran riesgo de padecer las mismas adicciones con las que convivieron.

En muchas familias, las condiciones de vida actual orillan a ambos papás a trabajar y dejar mucho tiempo solos a los hijos, condicionando que crezcan sin vigilancia de lo que ven en internet, en la televisión o de las compañías con las que conviven durante su ausencia. A veces es necesario valorar si efectivamente vale la pena  que los dos trabajen para tener una mejor solvencia económica. Desafortunadamente el tener más dinero no garantiza tener armonía familiar. Por mi trabajo he tenido la oportunidad de conocer gente con alto poder adquisitivo,  pero que son un caos como familia. También he sido testigo de cómo familias con un nivel socioeconómico precario, se prodigan cuidados, atenciones, respeto y apoyo.  Lo que confirma mi teoría de que para ser feliz no necesariamente se debe tener una gran suma de dinero en las cuentas bancarias.

Es importante también que los niños aprendan a dar el justo valor a las cosas. Muchas veces sucede que como padres queremos en nuestros hijos  cumplir las carencias que como niños tuvimos y los llenamos de comodidades (que la mayoría de las veces no piden), a las cuales se acostumbran pero sin el más mínimo esfuerzo. Cuando los niños deben aprender desde pequeños que para obtener bienes se requiere esfuerzo y trabajo, que los bienes son para disfrutarlos,  cuidarlos y hacer uso adecuado de ellos. Un dicho muy común y totalmente cierto que decía mi abuelito es que: lo que fácil viene, fácil se va. Otra forma de crear conciencia en los niños es asignarles responsabilidades en el hogar (aunque no sean necesarias) como  mantener limpia la casa o su habitación, guardar su ropa limpia, separar la ropa sucia, lavar trastes, limpiar zapatos, colaborar en general en las actividades del hogar e involucrarlos en su cuidado.  Es importante también,  establecer reglas y cumplirlas por todos los integrantes de la familia,  como horarios de entrada a casa, horarios de comida, reportarse frecuentemente cuando estén fuera de casa, mantenernos informados con quien salen, conocer a las personas con quien conviven e incluso a sus familias.

Hagamos un ejercicio rápido: Recuerda el nombre de cinco de los amigos de tus hijos ¿No los recuerdas o peor aún no los sabes? Pues este es un buen momento de interesarte por eso. En más de una ocasión he visto chicos que de niños eran excelentes hijos y cuando llegan a la adolescencia son víctimas de drogadicción, bajo rendimiento escolar a incluso problemas con la ley. Cuando se les cuestiona del porqué de su comportamiento la respuesta es A MI PAPÁ (MAMÁ) NO LE INTERESO, es una forma de llamar la atención.  Este reclamo es común y lo más grave del caso es que no es del todo cierto pues el papá o mamá se dedicó a trabajar para el hijo, pero olvidó compartir con él. Aunque suceden casos también en los cuales los papás no solo se olvidan de cuidarlos y educarlos, sino que también olvidan dar ejemplos de vida. ¿Con que calidad moral exiges a tu hijo que se porte bien si tú mismo no eres ordenado en tu vida? Es muy difícil, no existen los padres perfectos, pero tampoco existen los hijos perfectos. La perfección se logra creciendo día con día, practicando nuestros valores y principios, aprendiendo de nuestros errores y reinventándonos.

Si queremos una sociedad mejor, empecemos en casa. Los buenos valores nunca pasaran de moda, la felicidad es posible sólo cuando se logra un equilibrio emocional y una estabilidad familiar.

Nuestra responsabilidad como padres es hacer de nuestros hijos personas felices, plenos y respetuosos de la vida y de los demás.   

Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Médico Familiar

Cancún, Quintana Roo, México. Agosto del 2015






miércoles, 1 de julio de 2015

SOLEDAD EN LA VEJEZ

Un día se presenta en mi consultorio  Juanita  de 60 años de edad y me refiere angustiada no saber qué hacer pues su hermano Paul de 70 años de edad vive en otro estado del país, solo, debido a que nunca se casó ni formo familia y no tuvo hijos. En este momento, Paul cursa con datos de Enfermedad Renal Crónica etapa 4 (aun no llega a padecer Insuficiencia Renal, pero se encuentra cerca) y tiene problemas para su atención, no puede comer sano pues no sabe cocinar y todo el tiempo consume alimentos en la calle los cuales no son los más apropiados para su problema de salud, agregándose a situación que recibe una pensión mínima y sus condiciones económicas son precarias.


Los hermanos le han pedido a Paul que venga a vivir con ellos, pero él es de carácter difícil y no se integra a la dinámica de las familias en donde ha estado, así que después de una corta estancia y ante el dicho de que CADA QUIEN EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS, Paul regresa a vivir solo.


Juanita está muy preocupada por lo que sucede y se percibe en un callejón sin salida, pues en este momento de su vida, vive con sus hijos a los que ayuda con el cuidado de los nietos y, al igual que su hermano, las condiciones económicas no son favorables. En consecuencia, no puede ayudar a su hermano ni económicamente, ni en cuidados.


Este ejemplo es muy común en la actualidad. Muchos adultos, deciden en el vigor de su juventud no tener familia y conviven la mayoría de las veces con algún familiar cercano (papás, hermanos e incluso abuelos). En esta etapa en la cual no necesitan de nadie para su cuidado y atención, van creando una dinámica de vida autosuficiente, pero sin tener en cuenta que no siempre serán jóvenes y sanos, y que por ciclo normal de la vida algún día tendrán que envejecer y en consecuencia disminuir su capacidad física o peor aún, enfermarse, por lo que requerirán del cuidado y la asistencia de otras personas.


Además, el eterno soltero sin hijos, que se acostumbra a vivir solo, (muchas veces sin reglas que le impiden posteriormente integrarse a otras familia) se le dificulta que al final de su ciclo de vida, pueda recibir el cuidado de familiares cercanos o integrarse a una familia. Junto con la vejez, también viene el declive económico.


En una ocasión le pregunté a un paciente ¿cómo te sientes al vivir solo? Me contestó que al principio, en su juventud todo era fiesta y vivir desordenadamente, sin obligaciones, sin reglas que cumplir  más que las laborales (las que muchas veces no se cumplen pues no existe el temor de quedarse sin trabajo). Todo este tren de vida genera un vacío existencial a lo largo del tiempo, presentándose de forma frecuente estados de ansiedad (los cuales el paciente no puede identificar como tal), desanimo, desgano y que son un factor de riesgo importante para el consumo en exceso y consuetudinario de alcohol y/o drogas.



Llegar a casa y no ser recibido por alguien que te pregunte ¿cómo te fue?, con quien compartir sueños, anhelos, angustias, alegría, es algo que sin darse cuenta genera hastío y tristeza. Acostarse a dormir y tener por compañía al televisor o a los ruidos del silencio. Despertar y ver las paredes de un cuarto sin otras personas, son factores condicionantes de ansiedad.


Las mascotas pasan a ocupar el lugar de la familia, pero desafortunadamente solo pueden mitigar la soledad pero no proporcionan  los cuidados en momentos que se requieren.


En otras ocasiones, el ser soltero no es una decisión sino más bien una circunstancia de vida. Pongo como ejemplo a las mujeres que se desarrollan profesionalmente y que cada día se envuelven más en su dinámica laboral de una forma absorbente y sin darse cuenta, se queda sola (pues la edad ha pasado y es muy difícil encontrar pareja). Los hombres tienen temor de acercarse a una mujer exitosa por un machismo mal entendido y el miedo a ser manipulados. Otro ejemplo es el de los hijos que se dedican al cuidado de sus padres mayores y en ese tiempo no realizan su propia vida. Lo que muchas mujeres no valoran es que el reloj biológico avanza (y después de los 35 años es peligroso embarazarse. A mayor edad, mayor dificultad de iniciar una familia).


Algunos solteros, ven en el cuidado a sus sobrinos una forma de satisfacer maternidad o incluso paternidad. Son tíos buena onda, consentidores, cómplices y que colaboran (algunas veces) en el aporte económico para la educación y/o manutención. Cuando los sobrinos crecen, ven en estos tíos unos segundos papás y devuelven con cuidados y atención lo recibido durante la infancia y adolescencia.


Los matrimonios sin hijos, al momento de la viudez corren con el mismo riesgo de no recibir cuidados en la última etapa de su vida. Va a depender de la edad del viudo(a), la posibilidad de volver a contraer nupcias o encontrar una nueva pareja. Este tipo de personas tienen mayor posibilidad de volver a casarse pues no les gusta vivir solos después de haber tenido cónyuge.


El soltero debe planear en la medida posible su vejez, pues no va a estar esperanzado de que un alma caritativa se haga cargo de sus cuidados cuando así sea necesario. Tener una pensión, un seguro de gastos médicos o seguridad social, una vivienda propia libre de gravamen, una vida metódica para evitar enfermarse, comer sanamente, hacer ejercicio diario, buena higiene y por qué no, tener preparado el ingreso a una casa de retiro cuando llegue el momento. Las casas asistenciales para ancianos en retiro tienen una gran demanda y el poder ingresar a estos asilos es difícil en los que son gratuitos y costoso en los privados.


Sin embargo, el tener servicios de salud y una pensión digna, no lo es todo para el cuidado del adulto mayor, pues se necesita en algún momento de la vida la atención de familiares como parte de las redes de apoyo.

           
Con cierta frecuencia, como médico me toca atender adultos mayores que acuden solos a consulta, sin compañía de un familiar joven. En tales circunstancias, se suscita una situación  que afecta mi labor. Por su condición de edad tienen disminución importante de la agudeza visual, auditiva e incluso cognitiva lo que condiciona que no entiendan las indicaciones verbales otorgadas o que las olviden fácilmente. En consecuencia no toman sus medicamentos de control, los toman en dosis y/u horarios inadecuados, los suspenden por no recordar para que eran, etc. Los pacientes tienen múltiples enfermedades o complicaciones que olvidan decir al inicio de la consulta y cuando ésta ya está por concluir se acuerdan de otra patología o dolencia y se retrasa la consulta al tener  que revisarlos de nuevo, o bien no sanan en el tiempo esperado porque no cumplieron con el tratamiento.


Algunos pacientes adultos mayores van acompañados de un amigo, vecino e incluso familia, pero que no viven con ellos, de tal forma que no existe una vigilancia de las complicaciones, del apego al tratamiento e incluso de la adecuada alimentación o higiene del paciente. De igual forma, se pueden presentar familiares o acompañantes distintos en cada consulta, lo que no favorece el adecuado apoyo para el cuidado de estos pacientes.


El hombre es un ser biopsicosocial que no debe estar en soledad, mucho menos en la etapa final. Por eso, es importante en la juventud planear el futuro para tener una vejez con buena calidad de vida.


Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar


Julio del 2015. Cancún, Quintana Roo, México.









lunes, 1 de junio de 2015

INSOMNIO

Contar ovejas mientras el reloj avanza ante el inexorable paso del tiempo durante la noche ¿Se te hace conocido esta situación? Todos en algún momento de nuestra vida hemos sufrido insomnio, pues ni los más dormilones escapan de ello.

El 95% de las personas adultas lo han padecido y aunque no es muy común en niños, también se puede presentar durante la niñez.

El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño y puede manifestarse como el impedimento para conciliar el sueño (insomnio inicial), despertarse frecuentemente durante la noche (conocido como sueño ligero) o despertarse muy temprano por la mañana, antes de lo planeado o incluso de madrugada (insomnio terminal).

Es común que las personas que padecen insomnio, presenten además síntomas y signos en su estado de salud, como:
-Cansancio
-Debilidad
-Cefalea (dolor de cabeza)
-Irritabilidad (mal humor)
-Hipersomnia matutina o diurna (dormirse a cada rato durante el día)
-Disminución de la capacidad de atención (falta de concentración) o deterioro cognitivo
-Disminución de reflejos
-Olvidos recurrentes

También pueden manifestarse ciertas alteraciones en su dinámica habitual como entre otros:
-Accidentes constantes
-Baja productividad laboral
-Disfuncionalidad familiar.

Las causas del insomnio son múltiples. Por mencionar algunas tenemos las siguientes:
-Ansiedad
-Depresión
-Trastornos en la higiene del sueño (cambios de horario laboral con turnos alternos o rotativos, dormir siestas en el día, horarios irregulares de acostarse y levantarse, permanecer mucho tiempo acostado)
-Actividad física intensa antes de dormir
-Realizar actividades intelectuales antes de dormir, como estudiar, memorizar textos, hacer lectura analítica, trabajos de creatividad, crucigramas, etc.
-Enfermedades que causen dolor (fibromialgias, neuropatías periféricas o diabéticas, enfermedades reumáticas, cáncer, úlcera gástrica, enfermedad de reflujo gastroesofágico, colitis, migraña)
-Padecimientos que condicionen problemas respiratorios (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, rinitis alérgica, sinusitis, apnea del sueño, tuberculosis, insuficiencia cardiaca)
-Consumo de medicamentos o estimulantes del sistema nervioso (anfetaminas, antidepresivos, cafeína, etc.)

Cabe mencionar que el insomnio también puede tener origen idiopático (sin causa aparente).

Se considera que el insomnio es crónico, cuando el paciente lo ha padecido por un período no menor a 6 meses y del 6 al 18% de la población lo padece. Muy pocas personas acuden a consultar por este problema, ya utilizan remedios caseros o naturistas para combatirlo. De igual forma, la automedicación tiene un gran número de adeptos en este padecimiento, siendo los medicamentos más utilizados los antihistamínicos (medicamentos para alergias o gripe) de libre venta que por su efecto de sedación condicionan sueño.

Las personas que padecen insomnio, acuden a consulta la mayoría de las veces por sentirse muy cansados, solicitando vitaminas o refiriendo disminución de su rendimiento físico.

Según las estadísticas referidas en la literatura actual, el 50% de los accidentes laborales y el 10% de los accidentes automovilísticos están vinculados al insomnio.

Entre la población en general, son más propensos a padecer insomnio los fumadores, los divorciados o personas que vivan solas, los ansiosos, depresivos, sedentarios, los que consumen alcohol y/o cafeína antes de irse a dormir, los que están expuestos a ruidos intensos.

En la actualidad, existen teorías que indican que uno de los condicionantes para el insomnio es el uso de redes sociales antes de acostarse a dormir, específicamente a través de las tabletas electrónicas y los Smartphones. De igual forma al dejar encendido el celular cerca de donde se duerme, condiciona que la persona despierte a cada rato por las notificaciones del teléfono o el encendido de la pantalla, pues al estar expuesto al uso de estos aparatos durante el día, se desarrolla un condicionamiento en nuestro cerebro que responde a los estímulos que provocan las notificaciones.

¿Qué se debe hacer si se padece insomnio? Lo primero es determinar la causa de este insomnio para corregirla o evitarla. Suspender las siestas, el consumo de alcohol, cafeína o tabaco así como propiciar un ambiente tranquilo para dormir, libre de ruido o estímulos visuales, mantener horarios de sueño regulares, procurando acostarse y levantarse a la misma hora. Si no se consigue conciliar el sueño en unos 15 minutos salir de la habitación y relajarse en otro lugar para volver a la cama cuando aparezca el sueño.

No vea televisión o utilice aparatos electrónicos antes de dormir. Evitar estudiar de noche o realizar actividades intelectuales. Las conductas anteriores propician que nuestro cerebro esté activo y no podamos conciliar el sueño.

También es recomendable comer poco durante la cena y que ésta sea 3 horas antes de acostarse a dormir. Si despierta a mitad del sueño, no se quede acostado, levántese y sólo vuélvase a acostar hasta que tenga deseos de dormir.

Por otra parte, lo que se debe hacer para propiciar el sueño es realizar conductas relajantes nos ayudan a conciliar el sueño, como lo son el darse una ducha con agua caliente antes de dormir, lavarse los dientes, escuchar música tranquila, o recibir algún masaje relajante. Tener relaciones sexuales. Tomar un té caliente de pasiflora, valeriana, azahar, tila, lechuga, entre otros.

En resumen, de lo que se trata es de crear las condiciones ambientales óptimas para conciliar el sueño.

Sin embargo, cuando el insomnio persiste de ninguna forma recomiendo automedicarse. Por ejemplo, los antihistamínicos antes mencionados para conciliar el sueño pueden causar elevación de la presión arterial. Es por ello que lo más conveniente es acudir a un médico para que evalúe su problema y tome la decisión terapéutica conveniente a su caso.

El despertar después de un sueño reparador, es uno de los mejores regalos que tenemos como seres humanos. No permitas que tu vida se vea alterada por el insomnio.


Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar



Cancún, Quintana Roo, México. Junio del 2015

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