miércoles, 1 de mayo de 2013

Fiebre

La fiebre  es uno de los síntomas más comunes en las enfermedades infecciosas (causadas por virus o bacterias), en los procesos inflamatorios, en las enfermedades inmunológicas, por deshidratación, por efectos adversos de medicamentos, entre otros problemas de salud.
Podemos definir como fiebre a un aumento de los valores normales de la temperatura del cuerpo humano. Estos valores pueden variar acorde a la edad de los pacientes. La temperatura corporal en México se mide en grados centígrados o Celsius (°C) y en los adultos se considera normal de los 35 a  los 36.5°C y en los niños de 36 a 37.5°C. La temperatura corporal es un proceso dinámico de autorregulación de nuestro cuerpo y va a depender del horario, las condiciones climáticas y el grado de hidratación.
En algunos lugares, a la fiebre también se le conoce como calentura, temperatura, hipertermia, irritación, etc.
La fiebre se genera en nuestro cuerpo cuando unas sustancias que se llaman prostaglandinas (sustancias que participan en las respuestas inflamatorias al estimular las terminales nerviosas del dolor) producen un autoajuste en el hipotálamo.
Podemos considerar la fiebre como una auténtica señal de alarma cuando existe algún mal funcionamiento en el organismo. Por lo general va acompañada de otros síntomas como son las artralgias (dolores articulares), las mialgias (dolores musculares), la astenia (debilidad), adinamia (falta de movimiento o estado de postración), dolor específico de la parte afectada, sudoración, escalofríos, respiración rápida (taquipnea), aumento de la frecuencia cardíaca (taquicardia), perdida del conocimiento, etc.
Aunque la fiebre es un gran aliado de nuestro cuerpo para señalar enfermedades, un mal control de la misma puede condicionar convulsiones, delirios, pérdida del estado de conciencia, aumento o disminución de la presión arterial e incluso la muerte.
En los niños menores de 10 años, y con mayor frecuencia de recién nacidos  a 5 años, la fiebre elevada puede provocar convulsiones que se confunden con cuadros epilépticos, pero que en realidad se originan por inmadurez cerebral, por lo que son benignas y no es necesario que el paciente tome medicamentos anticonvulsivantes. Sin embargo, cuando suceden más de 3 eventos de crisis convulsivas febriles en menos de un año, es importante que el niño sea valorado por un neuropediatra para descartar epilepsia.
Es por lo anterior que los papás intentan de cualquier modo bajar la temperatura a sus hijos cuando ésta se eleva. Desafortunadamente acuden a la automedicación para lograrlo, dando antipiréticos e incluso antibióticos. Sin embargo, esto es un  error, porque en los niños las intoxicaciones por medicamentos para bajar la fiebre son muy comunes por dar dosis inadecuadas. Ejemplo de ello es utilizar el paracetamol, que es uno  de los medicamentos más usados en los bebés, muy bueno por cierto, pero que a dosis altas puede causar una hepatitis fulminante. Otra práctica errónea que con frecuencia se comete es administrar antibióticos para bajar la fiebre, cuando estos medicamentos no sirven para eso. Recordemos que al  principio  comente que la fiebre puede ser causada por diferentes agentes y no necesariamente tienen que ser bacterias. Los antibióticos sólo actúan sobre estos patógenos, no sirven para virus u otros causantes de fiebre. Además al dar un antibiótico, podemos modificar una enfermedad al propiciar que ésta se complique y no poder diagnosticarla oportunamente. El uso de supositorios para bajar la fiebre no es recomendado por automedicación, pues los medicamentos se calculan en base al peso del paciente. Sólo deben ser recetados por un médico.
El control de la temperatura por medio de hielo, agua helada o alcohol no son métodos adecuados. Aunque la fiebre baja rápidamente, el cuerpo por autorregulación hace que en poco tiempo ésta vuelva a aparecer incluso más elevada. Lo recomendable es usar compresas húmedas, tibias o baño con agua templada para bajar la temperatura. Con este procedimiento es más tardado controlar la fiebre, pero conseguimos evitar el rebote que se describió anteriormente con los medios fríos mencionados. El dar suero oral o bebidas isotónicas (como las que usan los deportistas para hidratarse) ayudan a que la temperatura elevada se controle más fácilmente. El control de esta manera es algo temporal y permite acudir de forma oportuna con el médico.
El termómetro es ideal para medir la temperatura corporal y no debe faltar en el hogar. Tocar la frente de una persona nos puede dar una idea de que cursa con fiebre, pero para tener la certeza es indispensable utilizar este aparato. En la actualidad existen digitales que son muy fáciles de usar.
En muchas ocasiones, hasta para los médicos es difícil hacer un diagnóstico cuando sólo existe fiebre, ya que es un síntoma común en un gran número de enfermedades. Desafortunadamente algunos médicos (sobre todo los que trabajan en las farmacias de “bajo costo”) tienen la costumbre de dar antibióticos a cualquier tipo de fiebre, práctica errónea y peligrosa.
En síntesis, la fiebre puede ser un gran aliado del cuerpo al avisarnos de que existe un problema de salud, e incluso a los médicos nos da un parámetro de la gravedad del cuadro. Sin embargo, si la dejamos avanzar puede ser de fatales consecuencias.
Recuerda que lo principal es no automedicarse y acudir a tu médico de confianza cuando la fiebre se presente.
 
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
 
Cancún, Quintana Roo, México. Mayo 2013